Juan Cristóbal Peña
Investigador y académico del Departamento de Periodismo UAH
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La veracidad de los documentos desclasificados siempre es un desafío en investigaciones periodísticas. Autentificar 166 documentos de Álvaro Puga, el civil de la dictadura, se logró a través de la ardua labor de reconstruir, verificar y triangular la información contenida en estos archivos, con recortes de prensa de la época, archivos estadounidenses desclasificados, registros de la Vicaría de la Solidaridad, y la consulta de diversas fuentes bibliográficas, audios y videos.
¿Qué tan verídicos eran los archivos de Álvaro Puga? ¿Qué luces entregaron sobre la participación de este civil de la dictadura de Pinochet? ¿Qué tan cierto era que fue el responsable de diseñar acciones psicológicas y de propaganda destinadas a sembrar el terror y lograr la obediencia civil?
Estas preguntas cruzaron la investigación de los 166 documentos del proyecto “El primer civil de la dictadura. Los archivos secretos de Álvaro Puga”, liderada por lo periodistas Juan Cristóbal Peña y Francisca Skoknic, en colaboración con la Revista Anfibia, la Universidad Alberto Hurtado, y el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos. Un trabajo periodístico que se publicó con seis crónicas, un podcast, un cómic y un repositorio de materiales audiovisuales propagandísticos.
Era verdad lo que decían los archivos desclasificados. Efectivamente, Puga desempeñó un papel fundamental en la agenda política y propagandística de la Central Nacional de Informaciones (CNI). Pero comprobarlo fue una tarea titánica.
El periodista Juan Cristóbal Peña organizó el material meticulosamente, clasificándolo según periodos históricos: “Primero propusimos publicar los documentos tal como estaban clasificados, acompañados de breves descripciones. A partir de esta organización se delinearon líneas temáticas para la creación de los reportajes”, señala.
Para el académico, uno de los periodos más interesantes fue la primera mitad de la década de 1980, ya que proporcionó una visión interna de la burocracia del régimen, con un enfoque en la inteligencia y el espionaje.
Uno de los desafíos principales fue determinar la confiabilidad de la información proporcionada por Álvaro Puga, quien le proporcionó en vida y de forma voluntaria una caja con documentos a Peña, mientras este investigaba para su libro “La secreta vida literaria de Augusto Pinochet”.
Skoknic y Peña lograron confirmar que muchas de las afirmaciones de Puga estaban respaldadas por evidencias como recortes de prensa, audios y videos de la época. Un ejemplo significativo fue la revelación de que Pinochet destinó una suma considerable de dinero a la CNI para celebrar el aniversario de la Junta, y que Puga estuvo involucrado en la organización del evento.
La labor de corroboración recayó en el historiador Pablo Seguel, quien realizó entrevistas y revisó minuciosamente documentos desclasificados, así como archivos estadounidenses y registros de la Vicaría de la Solidaridad. Su enfoque se centró en la triangulación de la información para verificar los hechos presentados en los documentos.
El proceso de revisión fue realizado por la periodista UAH Sofía Concha, quien inicialmente se sintió desalentada por la aparente falta de pruebas contundentes en los recortes de prensa de la época. Sin embargo, junto con al periodista Joaquín Zúñiga y Daniel Lillo, exploraron cuidadosamente los archivos y encontraron pistas valiosas que respaldaron las afirmaciones de Puga.
La descripción detallada del contexto en cada noticia resultó esencial para entender el significado de los documentos. La experiencia y el conocimiento del historiador Pablo Seguel desempeñaron un papel crucial en este proceso, brindando orientación y respuestas a las dudas que surgían.
Para Francisca Skoknic, la colaboración entre periodistas y un historiador fue enriquecedora, ya que permitió una comprensión más profunda de los aspectos históricos y políticos de la investigación. Pablo Seguel, autor del libro “Soldados de la represión”, proporcionó información sobre las operaciones psicológicas y su relación con la propaganda del régimen.
Uno de los documentos más impactantes es el memorándum titulado “Las armas secretas del Régimen”, que detalla un plan de acción psicológica diseñado para desacreditar a la oposición y dividirla entre marxistas y demócratas. También buscaba socavar las movilizaciones populares, generando un sentimiento de agotamiento al enfatizar el vandalismo y las muertes.
Además de la investigación documental, el equipo accedió a archivos audiovisuales de la Cineteca Nacional, del Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, y de Televisión Nacional, lo que enriqueció su comprensión de la propaganda de la dictadura y la manipulación mediática. Daniel Lillo, periodista UAH, analizó discursos y material audiovisual relacionado con la conmemoración del aniversario del 11 de septiembre de 1983. Estos registros muestran cómo se manipuló la percepción pública para generar miedo en la población.
Lillo destaca que los actos conmemorativos eran sectarios y enfatiza la influencia de la dictadura en el pensamiento y la percepción de la población, incluso en la producción cinematográfica. A pesar de que estas películas no lograron penetrar en la sociedad, la dictadura comprendió rápidamente la importancia de la televisión como medio de influencia.
El historiador Pablo Seguel subraya la importancia fundamental de la desclasificación de archivos en un momento en el que surgen discursos negacionistas sobre la dictadura, especialmente cuando se conmemoran los 50 años del golpe de Estado. En este contexto, la investigación periodística desempeña un papel crucial en la lucha por la verdad y la justicia. Seguel destaca que, aunque no se puede garantizar que esta información aclare completamente lo sucedido con los cuerpos de los desaparecidos, sí contribuye a crear conciencia y a seguir el camino hacia la búsqueda de la verdad.
Por su parte, Francisca Skoknic destaca la importancia de desclasificar estos archivos, ya que revelan cómo se percibía la dictadura desde adentro, en un momento en que la libertad de expresión estaba restringida. “Los documentos muestran la existencia de desconfianza, facciones internas y conspiraciones, lo que arroja luz sobre la influencia y la importancia de los civiles en ese contexto”, señala.
Para la destacada investigadora, “la búsqueda de la verdad como una labor fundamental para los periodistas es esencial en un momento en el que parece haber un retroceso en el consenso entre los chilenos sobre lo que ocurrió en ese periodo oscuro, sobre la necesidad de que no se repita y sobre las responsabilidades involucradas. Es esencial que el periodismo y los periodistas se mantengan firmes en su compromiso de descubrir la verdad. No se trata de repetir lo que ya se sabe, sino de desentrañar nuevas capas de la historia y de exponer la verdad, sin importar cuán incómoda o impactante pueda ser”, concluye.
El proyecto contempló el lanzamiento reciente del podcast “Algunos me decían Goebbels”, que ofrece nuevos detalles sobre la biografía de Álvaro Puga, personaje reconocido como un dramaturgo sin talento y un ferviente columnista contrario al gobierno de Salvador Allende que desempeñó un papel significativo en la maquinaria de propaganda y manipulación del régimen. El podcast muestra luces sobre su vida y su contribución a la propaganda de la dictadura militar.
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