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Lorena Gallardo: “Las personas mayores indígenas nos enseñan otra forma de envejecer: más comunitaria, más digna, más resiliente”

La doctora en Trabajo Social por la Universidad Complutense de Madrid, Lorena Gallardo, está detrás de la miniserie “Raíces indígenas”. En esta entrevista reflexiona sobre su larga trayectoria investigando la vejez en pueblos originarios y las profundas carencias de las políticas públicas en este ámbito. Su trabajo ha permitido visibilizar, desde las voces propias, los desafíos y saberes de quienes envejecen en contextos de exclusión, migración y orgullo identitario.

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Para la académica Lorena Gallardo ya son más de diez años investigando la vejez en pueblos originarios. Todo comenzó en Arica, su ciudad natal, cuando realizó su tesis doctoral en el altiplano. Allí, casi por casualidad, emergió una pregunta que marcaría su trayectoria: ¿cómo envejecen las personas indígenas en Chile?

La falta de datos y estudios específicos la llevó a postular al Fondecyt 1170493 y, más tarde, al 1210021. De esa línea de trabajo nace “Raíces indígenas”, una miniserie documental producida por Estudio Ajolote, donde personas mayores de diversos pueblos originarios —y también afrodescendientes— relatan en primera persona sus experiencias de vida, envejecimiento y pertenencia cultural.

—¿Qué la llevó a transformar esta investigación en una serie audiovisual?

Siempre fui muy de lo cuantitativo, de los datos. Trabajé mucho cruzando información con la encuesta CASEN. Pero la verdad es que no hay muchos datos específicos cuando uno cruza vejez e identidad indígena. Entonces, esta vez decidimos ir por el relato, por la experiencia directa, y fue muy potente. Las cápsulas muestran cómo la identidad, la pertenencia y la historia personal están marcadas por la discriminación, pero también por la sabiduría y el orgullo cultural. Había que dejarlo en video, que quedara para la memoria colectiva.

—¿Qué metodologías utilizaron en esta etapa?

En esta serie fuimos principalmente cualitativos. Hicimos entrevistas, grabamos testimonios y buscamos retratar diversas vivencias: aymaras, mapuches y afrodescendientes. Ahora partimos un nuevo proyecto que consiste exclusivamente en entrevistas biográficas: queremos que ellas y ellos nos digan qué significa envejecer bien, desde su cosmovisión, desde su idea de buen vivir.

 

Conoce la serie “Raíces indígenas”

 

—¿Y qué nos dicen esas voces? ¿Qué significa envejecer bien desde una perspectiva indígena?

Hay muchas respuestas, pero una muy clara es el deseo de envejecer en sus propios territorios. En sus casas, con sus árboles, con sus perros, con su comunidad. Incluso si la casa no está en óptimas condiciones, para ellos tiene sentido. Entonces eso nos obliga a repensar las residencias de adultos mayores, los traslados forzados por parte de la familia. Hay una lección potente: si queremos políticas públicas pertinentes, tenemos que escuchar y respetar sus formas de vivir y envejecer.

—¿Y qué pasa con las políticas públicas hoy en materia de personas mayores indígenas?

No hay y ese es un problema enorme. Hace muchos años hubo un intento de Senama y Conadi de construir una política conjunta, pero no prosperó. Hoy lo que existe son esfuerzos muy localizados: algunas municipalidades tienen oficinas indígenas, otras afrodescendientes, pero a nivel nacional no hay una política pública específica. Chile está al debe, sobre todo si lo comparamos con experiencias internacionales como las de Canadá, Nueva Zelanda o Australia, donde sí se ha avanzado en políticas para el envejecimiento indígena.

—Dentro de la investigación, ¿hay una dimensión de género que afecte en las experiencias?

Claramente hay un cruce de género que afecta la experiencia de envejecimiento. Las mujeres indígenas, como en otras poblaciones, asumen gran parte del trabajo de cuidado: hijos, nietos, enfermos, maridos. Eso genera un desgaste físico y emocional importante. Además, muchas de ellas tuvieron menos acceso a educación, empleos más precarios y pensiones más bajas. Eso se traduce en una vejez mucho más vulnerable. Y en los videos se nota: mientras algunos hombres tienen educación universitaria o desarrollan actividades culturales, muchas mujeres han trabajado toda su vida en labores de cuidado o domésticas.

—¿Qué papel juega la clase social en estas trayectorias de vida?

Es fundamental. Hay un cruce muy evidente entre clase, género e identidad. En la serie se ve que quienes tienen mayor nivel educativo o redes institucionales han podido envejecer mejor. Pero la mayoría de las mujeres ha tenido trabajos informales, sin previsión, a veces como asesoras del hogar o cuidadoras. Eso condiciona el tipo de vejez que tienen.

—Con todo este trabajo acumulado, ¿cuál diría que ha sido la principal conclusión de su investigación?

Que, pese a las trayectorias duras, las personas mayores indígenas su religiosidad, el sentido de comunidad, el orgullo de su identidad indígena son factores muy potentes, y eso les permite envejecer, en muchos casos, con mayor dignidad  y trascender, dejar un legado en sus comunidades. También descubrimos que la principal demanda es seguir viviendo en sus espacios, con su gente, su lengua, su espiritualidad. Ese es el gran aprendizaje, ya que es un diagnóstico situado que debe ser considerado en la política pública al considerar el territorio, la identidad y la escucha activa.

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