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No comunicar es una mala forma de hablar

Darío Rojas Compartir esta publicación ¿Qué razones hay detrás de la idea de que los chilenos hablamos mal? Darío Rojas, docente UAH, aclara que durante la época de la Independencia se construyó la leyenda de que hablábamos pésimo y se hizo por razones políticas. ¿Quiénes serían los culpables de difundir este cagüín lingüístico? La historia apunta a […]

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Darío Rojas

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¿Qué razones hay detrás de la idea de que los chilenos hablamos mal? Darío Rojas, docente UAH, aclara que durante la época de la Independencia se construyó la leyenda de que hablábamos pésimo y se hizo por razones políticas. ¿Quiénes serían los culpables de difundir este cagüín lingüístico? La historia apunta a que Andrés Bello sería uno de los grandes responsables.

Según el Instituto Cervantes, en el 2050 el español será la lengua más hablada en Estados Unidos, tendencia que obliga a los estudiosos del continente a levantar investigaciones que develen por qué hablamos como hablamos. En el caso chileno, el profesor Darío Rojas autor del libro “¿Por qué los chilenos hablamos como hablamos? Mitos e historia de nuestro lenguaje”, presentó un profundo análisis histórico que da nombres de los responsables de construir la idea de que los chilenos hablamos mal.

Rojas, que es investigador de la Universidad de Chile y docente de la Universidad Alberto Hurtado, Doctor en Filología Hispánica por la Universidad de Valladolid y Licenciado en Lengua y Literatura Hispánica por la Universidad de Chile, explicó que, efectivamente, existió el consenso de que nuestro español era mal hablado y ese acuerdo tuvo una elaboración intencionada que se remonta a la época de la Independencia. Según el académico, fueron destacados personajes humanistas como Andrés Bello que junto a diccionaristas e intelectuales de la época, divulgaron la “idea política de valorar la lengua española” unida al proyecto americanista que debería tener una lengua homogénea difundida por los cultos en  beneficio de los estados que se estaban formando. Y Andrés Bello, quien, a pesar de que se le considera independentista, era profundamente conservador, veía todo lo que amenazaba a la unidad hispana como algo negativo. En consecuencia, el dialecto chileno quedó sujeto a valoraciones extremadamente negativas y en la historia social se configuró como un consenso que dura hasta el día de hoy.

Darío Rojas, cuenta que su interés por estudiar las lenguas nace desde muy pequeño y fue por Tolkien, el autor de la novela El señor de los anillos, que mete en sus libros lenguas de otros pueblos para explicar las culturas de sus personajes. “Los elfos hablaban una lengua, los enanos otra, Tolkien se inventó una historia de lenguas para darle similitud a sus relatos y ahí me interesé porque me permitió saber cómo se desarrolla el lenguaje en diferentes tipos de sociedad”, recuerda.
Han pasado años de eso, y hoy convertido en un investigador universitario defiende la búsqueda de argumentos históricos para remover la idea estancada de que hablamos mal. “Lo que quiero con esta publicación es cambiar la pregunta: ¿Realmente hablamos tan mal que no podemos comunicarnos? Y eso a  simple vista sería falso. De acuerdo a su explicación, los dialectos tienen normas de corrección propias y no por el hecho de hablar en dialecto chileno significa automáticamente algo malo. Debemos cambiar la baja autoestima nacional en relación con el lenguaje porque es parte de nuestra identidad.

Y por último ¿Qué es hablar bien? Para consuelo de muchos, esta investigación entrega una gran respuesta: no hay una sola manera de hablar bien.  Así de tajante es este lingüista. Lo que sí es evidente es que pasa por una adecuación de contexto, si las palabras suenan inapropiadas en una situación equis se está hablando definitivamente muy mal. Por ejemplo, si una persona va a comprar pan y utiliza palabras que solo podría utilizar en un discurso en el senado, está hablando pésimo.

La riqueza y garantía de hablar bien pasa por manejar un repertorio amplio, lo que los estudiosos conocen como ser multilectal, que es tener un registro para hablar con gente de un nivel formal alto y otro para comunicarse con personas de educación baja. Y entender que el otro tiene el derecho de hablar distinto porque en su medio social se habla así. “Es mi responsabilidad tener conciencia intercultural de que hay otros con normas distintas, que tienen derecho a existir, y si quiero moverme en esos círculos tengo la obligación de aprenderlo ”. Aunque no es fácil,  el desafío es que la escuela refuerce el manejo de habilidades de estos diferentes registros que le servirán a un joven para comunicarse en diversos contextos. “Los seres humanos podemos manejar muchas formas de hablar y  la escuela debería manejar esa diversidad”, concluye el investigador.

Darío Rojas.

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