Samuel Yáñez
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En un mundo global y plural, un grupo de intelectuales se pregunta cómo la sociedad debe integrar humanamente la diversidad sexual de las personas. El libro Sexualidades(es) y Evangelio, de Ediciones de la Universidad Alberto Hurtado se distancia de una mirada moralista y dialoga cara a cara con adolescentes, separados vueltos a casar, madres solteras y homosexuales.
¿Puede el evangelio dar un aliento a la expresión de la diversidad sexual? ¿Puede la fe contribuir a integrar humanamente amor, placer y fecundidad en la vida sexual de las personas?
¿Cómo deberían los católicos enfrentar la forma de concebir, percibir y vivir la sexualidad en los tiempos actuales? Estas son las preguntas a las que intenta acercarse el libro “Sexualidad(es) y Evangelio”, editado por Carmen Reyes, socióloga y psicóloga de la Pontifica Universidad Católica de Chile, diplomada en Teología de la Universidad Alberto Hurtado, y Samuel Yáñez, doctor en Filosofía y académico de la Universidad Alberto Hurtado. Ambos recopilaron los estudios de un grupo de intelectuales, entre los que destacan los siquiatras Cristián Barría y Ricardo Capponi, los sociólogos Pablo Beytía, Mónica Muñoz y M. Caridad Merino, la teóloga Carolina del Río, los psicólogos Alejandra Lustig y Tomás Ojeda, y el doctor en Teología Mike Van Treek. Los expertos analizan cómo se vive hoy la sexualidad entre adultos, adolescentes, padres y madres solteros, separados vueltos a casar y entre los homosexuales. Parten de la experiencia de escuchar sus realidades e inquietudes, poniendo en juego también diversos saberes disciplinares y su fe cristiana.
La publicación asume que la sexualidad es antes de todo, una dimensión de la vida que todos tenemos, una parte muy importante que tiene que ver con la identidad del ser humano y que, en la medida que se expresa, se relaciona con el profundo anhelo de encontrar la felicidad. En los capítulos, se describen las transformaciones que se han vivido en los últimos 80 años y que no han sido pocas. Desde la revolución sexual femenina de los 60, pasando por asumir que la homosexualidad no es una enfermedad por otra parte, la tarea real de establecer relaciones igualitarias y proyectos comunes entre un hombre y una mujer.
Según el editor y filósofo Samuel Yáñez, académico de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad Alberto Hurtado, el libro indaga en lo que tiene que decir la fe cristiana sobre la realidad actual, y en especial, sobre las posibilidades que se abren para la felicidad de las personas. “La sexualidad hoy tiene aspectos preocupantes, como la falta de límites, pero también hay fenómenos estupendos, como que la iniciación sexual masculina con prostitutas ha disminuido y, si bien ha bajado la edad de inicio de la actividad sexual, los jóvenes lo hacen mayoritariamente en el seno de relaciones afectivas, y esa es una muy buena noticia”, comenta Yáñez.
La tendencia nacional es que un 70,3% de los adolescentes dice que se inician con su pololo y un 65,9% de quienes han tenido relaciones sexuales en los últimos doce meses, lo han hecho con una misma persona.
Según la psicóloga Alejandra Lustig, los adultos responsables están llamados a dejarse interpelar por los jóvenes, que descubren y viven en un mundo que cambia y que es distinto al que muchos de sus padres enfrentaron en su juventud.
El mensaje es tratar de pensar “con los jóvenes de hoy”, no dejarlos solos, acogerlos y escuchar sus inquietudes, hacerles sentir que son válidas y pueden expresarlas. “Al estar con ellos y para ellos, podemos entusiasmarnos y entusiasmarlos con la labor de humanizar la sexualidad. Creemos que el rol de la iglesia es reconocer la libertad que Jesús les regaló, necesitan sentirse desafiados, mucho más que custodiados”, explica Lustig.
En Chile son reconocibles formas de exclusión de la diversidad: todavía llama la atención ver en el metro a una pareja de homosexuales o lesbianas tomadas de la mano, comenta Yáñez. “Es verdad que la sexualidad heterosexual es mayoritaria en el mundo, pero hay diversidades que no son ínfimas y aunque lo fueran; hay que atenderlos en su identidad y globalidad”, concluye. Por otra parte, el 70% de los niños nace en nuestro país fuera del matrimonio, hay embarazo adolescente sobre todo en sectores socio-económicamente bajos y grupo creciente de casados se separa y se vuelve a casar.
La convicción que anima el libro es la de la fe que cree en un Dios que acompaña estos procesos humanos: “Vemos la mano de Dios en los cambios que se dan en la sexualidad, y la misión de los católicos es tratar de dialogar y superar la mirada deductiva moralizante”, señala Yáñez.
Según el grupo de estudio que dio origen a la publicación, se evidencian aspectos que preocupan, por ejemplo, algunas prácticas adolescentes precoitales en que la joven se subordina al joven para brindarle placer. Esto hace pensar en cómo podemos llegar a establecer relaciones igualitarias y evitar prácticas machistas. Ahí hay un tema que debe conversarse más.
En el artículo de los separados vueltos a casar y de los homosexuales, resultan interesantes las conversaciones abiertas que recogen la experiencia dolorosas de los quiebres matrimoniales y, en el caso de los gays, el proceso de asumir su condición.
Esta publicación está dirigida en primer lugar a personas que tienen responsabilidad formativa: padres y apoderados, orientadores familiares y profesores, sacerdotes y religiosas. Si bien los que escriben son académicos, el lenguaje es llano y comprensible para personas creyentes y no creyentes.
“Es verdad que la sexualidad heterosexual es mayoritaria en el mundo, pero hay diversidades que no son ínfimas y aunque lo fueran; hay que atenderlos en su identidad y globalidad”, concluye.
Samuel Yáñez
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