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Chile: la cuna de prejuicios hacia la población trans

Jaime Barrientos Director de postgrados de la Facultad de Psicología Compartir esta publicación Según una investigación del director de posgrados de la Facultad de Psicología, Jaime Barrientos, el prejuicio sexual y las formas que este adquiere -burlas, insultos, y crímenes de odio- que enfrentan las personas transgéneros en nuestro país se evidencia con mayor nitidez […]

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Jaime Barrientos

Director de postgrados de la Facultad de Psicología

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Según una investigación del director de posgrados de la Facultad de Psicología, Jaime Barrientos, el prejuicio sexual y las formas que este adquiere -burlas, insultos, y crímenes de odio- que enfrentan las personas transgéneros en nuestro país se evidencia con mayor nitidez en quienes transitan de lo masculino a lo femenino: “En Chile todavía se sigue violentando muchísimo a las mujeres y también a las personas trans  femeninas que transgreden los roles de género esperados socialmente para quienes nacen con sexo masculino”, dice el académico de la Universidad Alberto Hurtado.

Ser una persona transgénero en una sociedad que discrimina tiene efectos en la salud mental de las personas no debido a la condición trans, sino que al prejuicio sexual que dichas personas enfrentan. Este efecto en la salud mental de las personas trans se traduce en una mayor prevalencia de depresión, intentos de suicidio y consumo de alcohol y otras sustancias. Así lo reporta la investigación “Estrés de las minorías: efectos del estigma y el prejuicio sexual en el bienestar subjetivo y la salud mental en población transgénero chilena” realizada por un equipo de investigadores de diversas universidades liderados por Jaime Barrientos, pionero desde la Psicología Social en Chile en investigación LGBT.

Este estudio se realizó entre el 2017 al 2020 mediante encuestas y 17 entrevistas, cuyas edades iban de los 22 a los 49 años, nueve de ellas se definían como personas transgénero femeninas y ocho como transgénero masculinas. Las personas eran pertenecientes a diferentes niveles socioeconómicos y educativos de las ciudades de Antofagasta, Valparaíso, Santiago y Concepción. Respecto a la encuesta, 377 personas transgénero fueron encuestadas y cada encuesta duró entre cuarenta y cinco minutos a una hora y media, aproximadamente. Para Jaime Barrientos, el resulta fundamental transmitir a la comunidad de profesionales que trabajan en la atención de personas transgénero que una salud mental positiva de este colectivo se encuentra asociada a la aceptación y reconocimiento de su propia identidad, abriendo un debate a la no patologización de las identidades trans; al buen trato de las personas trans en diversos contextos sociales (favoreciendo la integración de personas transgénero en sus entornos académicos y laborales); y, finalmente, al apoyo de pares y familiares, lo cual les reporta bienestar, seguridad y aceptación.

Desde Madrid, conversamos con el académico para entender las tareas pendientes en el respeto hacia la diversidad y qué discusión abre esta materia en la sociedad chilena y mundial.

– ¿Cuánto impacta en la construcción de los prejuicios una sociedad que no sabe siquiera qué es por definición ser una persona trangénero? –
-Yo diría dos cosas: todavía existe mucho desconocimiento, pero a la vez rápidamente la población chilena ha conocido muy rápido sobre el tema. Es paradójico, dimos un salto cuántico cuando se ganó el Oscar a la mejor película en lengua extranjera, “La mujer fantástica” cuya protagonista, la actriz Daniela Vega es una persona transgénero. La población chilena había escuchado esta palabra, así como la palabra transexual, pero no sabía a qué se refería y normalmente se asociaba a las personas trans con las personas homosexuales. Lo que hizo esta película fue poner el tema de una mujer transgénero en el debate mundial y a las personas trans en el país y en el Mercosur porque en ese momento se discutía una ley de identidad de género en Chile. Este film ayudó mucho a que empezaran a aparecer reportajes en la prensa, es decir, la sociedad chilena empezó a informarse.

– Al interior de la comunidad trans: ¿Quiénes son las personas más discriminadas? –
– Las personas que viven el proceso de afirmación de género y que transitan desde lo femenino a lo masculino, generalmente, son menos discriminadas que las personas que hacen el tránsito de lo masculino a lo femenino. Lo voy a poner de otra manera: en Chile todavía se sigue violentando muchísimo a las mujeres y también, a todas las personas que transgreden los roles de género esperados socialmente. En la calle encontramos mucha más violencia hacia las personas trans femeninas porque normalmente por la situación de prejuicio que han vivido históricamente, tienen mayor vulnerabilidad social, económica y generalmente menos oportunidades laborales y de estudios. Este maltrato generalizado es derivado del patriarcado que se replica en este grupo.

– ¿Y el clasismo social existente en el país se traslada hacia los grupos trans menos acomodados o no? –
-Definitivamente, esa expresión del clasismo chileno también lo observamos recientemente en un estudio que hicimos a través de entrevistas a personas gays, lesbianas y trans que durante el estallido social vivieron violencia policial. En ese estudio lo que constatamos es que la mayor violencia ejercida por la policía hacia las personas debido a su orientación sexual e identidad de género estaba muy ligada a los lugares de pertenencia de esa persona. En otras palabras, no era lo mismo ser una chica o un chico de Renca que uno de Vitacura. ¿Y por qué se expresa esa mayor violencia policial? Básicamente porque se ponen en juego otras dimensiones además del prejuicio sexual como es el clasismo. Entonces no es lo mismo ser una persona trans de clase media alta que una trans pobre.

– ¿Cuáles serían las formas más comunes en la que se expresa la llamada transfobia? –
– En nuestra cultura la principal forma de manifestación de la violencia es la violencia verbal, son los insultos que van escondidos a través de bromas constantes y repetitivas por ser una persona diferente y luego hay otra forma que es la violencia psicológica. Si me preguntas cuál es la más expandida la violencia verbal en primer lugar y en último la violencia de tipo sexual. No obstante, no debemos olvidar la violencia física que a veces es tan intensa que concluye con crímenes de odio.

– ¿El rol protector del Estado se cumple tal como lo dice la ley de identidad de género? –
-Hace poco el país aprobó una ley de identidad de género, pero según tengo entendido hasta ahora dicha ley carece de algunos elementos que se esperaba, como los programas de acompañamiento para las personas trans. Además, durante la pandemia se suspendieron muchas acciones en materia de salud que el Estado ejercía por la concentración de todos los recursos para el combate del Covid 19. Evidentemente la ley se tiene que implementar porque es un mandato, pero se requiere de un reglamento que le acompañe.

– ¿Según este estudio cuáles serían los problemas de salud mental más comunes que vivencian las personas trans? –
-Hay mucha gente que lo pasa muy mal, pero pese a toda esa violencia, no sé de dónde las personas trans sacan recursos y siguen adelante tirando para arriba. Tenemos la impresión de que con las redes de apoyo las personas trans aprenden ciertas estrategias que les permiten desenvolverse en la vida cotidiana de una manera que quizás otras personas no lograrían revolver. La probabilidad de intención suicida es elevadísima en población trans, casi tres veces más que el resto de las personas, y esto es debido justamente al enorme peso que significa cargar con el prejuicio y los efectos que tienen en la salud mental. Tengo la impresión que cuando a las personas trans les toca enfrentar situaciones muy difíciles y muy duras, generan estrategias para desenvolverse en ese mundo que es más hostil por ser quién eres.

– ¿Cómo desafía esta problemática humana a la psicología? –
-Muchísimo, básicamente porque tanto la psicología como la psiquiatría en general han tenido una visión muy patologizante de las identidades trans. El desafío es enorme porque supone formar en las aulas a los estudiantes de psicología y psiquiatría en estos temas, cuestión que en nuestro currículum no necesariamente se enseña. Por eso a mí me parece súper importante la existencia de una dirección de género en la universidad y de un optativo de formación general en materia de género y diversidad que permita al estudiante problematizar estas materias y otras afines. Creo que hacemos muchísimo como universidad considerando que somos una institución universitaria jesuita y que no hay muchas universidades católicas nacionales que implementen acciones en esta materia. No obstante, en ese sentido la universidad sí se ha hecho cargo de asumir este tema y otros asociados y en ese sentido asumió el desafío que esto significa y lo ha hecho bien.

– En Argentina el pasado 21 de julio se aprobó un decreto que dice no obligar a elegir ni masculino ni femenino dentro del documento nacional: ¿Nosotros como sociedad deberíamos caminar hacia esa política? –
– Argentina nos lleva la delantera en cuanto a derechos. Esta y otras son todas políticas que hablan del reconocimiento y son pasos a lo que estimo que muchas sociedades deberíamos avanzar, pero también tenemos que paralelamente ir ganando espacios en los problemas que no hemos resuelto aún: estamos en medio de una pandemia y en la transformación del país a través de una Asamblea Constituyente, tenemos que perfeccionar la ley de identidad de género que es una ley que existe y muchas áreas más todavía.

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