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Nuestros Suelos: El proyecto ciudadano que va al rescate del suelo degradado del norte

Sebastián Ureta Compartir esta publicación Saber quiénes contaminaron los terrenos de San Pedro en la región del Valle del Río Copiapó es lo que busca el innovador proyecto “Nuestros Suelos”, que convoca a las comunidades a reconstruir la historia de la profunda degradación de las tierras. La investigación, liderada por el investigador de la Universidad […]

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Sebastián Ureta

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Saber quiénes contaminaron los terrenos de San Pedro en la región del Valle del Río Copiapó es lo que busca el innovador proyecto “Nuestros Suelos”, que convoca a las comunidades a reconstruir la historia de la profunda degradación de las tierras. La investigación, liderada por el investigador de la Universidad Alberto Hurtado, Sebastián Ureta, tiene además un nuevo socio internacional.

El sociólogo ambiental de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Alberto Hurtado y director alterno del Núcleo Milenio de Investigación en Energía y Sociedad (NUMIES), Sebastián Ureta tiene su oficina en el tercer piso del edificio de Alameda 1845.

Llegar hasta ahí es pasar por escaleras frías y poco iluminadas, salvo su rincón donde hay mucha luz, tanta como si su objetivo profesional fuera justamente ese: iluminar hasta donde sea las capas  de la tierra para descubrir lo que pasó hace cientos de años, en el fondo de la superficie del norte de Chile.

Una tarea que se impuso en los años 2015 y 2016 cuando se interesó por los suelos contaminados por la minería y también cuando empezó a hacer un seguimiento de lo que estaba haciendo el Estado con el primer instrumento de medición que fue la Guía Metodológica para la gestión de sitios potencialmente contaminados publicada por el Ministerio de  Medioambiente el año 2012. “Esa guía es lo único que ha hecho el país para evaluar los contaminantes en un sitio”, cuenta.

A partir de esa experiencia en la región de Atacama, no hubo  buenos resultados. “Nunca se pudo terminar el proceso de investigación porque no contempló temas claves como dónde se ubica el suelo y tampoco dio respuesta de quién remediaba el problema de la degradación y era carísimo hacer los análisis relevantes. Pero lo peor fue que a nadie le importó, especialmente a las comunidades afectadas, porque no fueron involucradas en el proceso. Entonces el problema quedó ahí para siempre”, recuerda.

Lo cierto es que la contaminación de los suelos por metales pesados y químicos tóxicos amenaza la salud de las personas y la biodiversidad, afectando a 61 millones de personas en 49 países, según los datos de The Lancet Commission on Pollution and Health. El modelo de producción industrial indiscriminado degrada el terreno y lo contamina, especialmente a través de la quema de combustibles fósiles y actividades características de nuestro país, como lo es la minería. Hacerse cargo para Sebastián Ureta era un deber de todos: desde los científicos, las comunidades y el Estado.

Frente a esta realidad, el investigador pensó un proyecto alternativo, diferente y más efectivo.  Así nació “Nuestros Suelos”, un estudio con una metodología participativa, cualitativa, de evaluación exploratoria y basada en un modelo de ciencia ciudadana financiado por la Iniciativa Científica Milenio y CONICYT (proyecto 1170153) que invita a los habitantes del norte de Chile, a que se involucren y durante el proceso sean apoyados por técnicos.

El equipo de “Nuestros Suelos” está formado por Miriam Llona y Delia Rodríguez de la ONG Suelo Sustentable, Daniel Valenzuela de la Universidad Santo Tomás, Camilo Rodríguez, María José Maiza, Alejandro Rebolledo, Carolina Trujillo y Consuelo Guiñez de Laboratorio ArealX de la Universidad del Desarrollo y Sebastián Ureta de la Universidad Alberto Hurtado.  Y en conjunto, perfeccionan una nueva metodología que incluye el desarrollo de un kit como una herramienta de medición, capaz de identificar la presencia de arsénico, plomo o cobre, y la capacitación de la comunidad para obtener y hacer uso de estos resultados. Para ello, este equipo multidisciplinario trabaja desde agosto de 2018 en la Región de Atacama, elegida por su alta concentración de suelos degradados en el sector.

Para implementar el kit se necesita de la colaboración de este equipo heterogéneo de profesionales entre los que destacan sociólogos, ingenieros, geógrafos, arquitectos y artistas que hacen testeos en una serie de artefactos, como medidores de medición degradados. “Nos preocupa que la mirada sea integral para encontrar las respuestas de cómo se relaciona el suelo con la propiedad, quiénes son los dueños del agua y qué otros contaminantes podrían haber en la cercanía”, explica.

Conocimiento ciudadano

Los desarrollos de la ciencia ciudadana es la generación de conocimiento científico comunitario en colaboración con científicos y personal técnico y, el open hardware, es la búsqueda de tecnologías de bajo costo para solucionar problemáticas sociales especialmente medioambientales. Esta investigación contempla ambos.

“Este es un movimiento que viene de Europa y Estados Unidos que motiva a las comunidades a apropiarse de la producción del conocimiento y que creemos que puede funcionar en el contexto del norte de Chile”, comenta.

La comunidad, en tanto, recibe todo este esfuerzo profesional de la mejor manera, porque es a bajo costo, multidisciplinario, tiene seguimiento y diálogo. “Si logramos saber lo que pasó con los suelos del norte podemos tratarlos mejor,  remediarlos, protegerlos que no es sólo echarles más fertilizante, la protección del suelo integral es político y quizás me tengo que organizar para regularizar los derechos de agua, decir que no quiero que sigan haciendo parcelas de agrado cerca de mi sector o plantear una planificación total. La solución reduccionista a corto plazo va a permitir mayor productividad, pero al largo plazo no genera ningún cambio en materia estructural, nosotros buscamos entender y parar la degradación de los suelos”, concluye Sebastián Ureta.

Mientras se ajusta la metodología, la buena noticia es que “Nuestros Suelos” se adjudicó un segundo proyecto junto a Abby Kinchy, socióloga experta en ciencia ciudadana del Rensselaer Polytechnic Institute, que fortalecerá esta iniciativa con la incorporación de especialistas en participación ciudadana, desarrollo de kits de medición y trabajo en suelos.

Con esta colaboración, los datos, metodología y experiencia se llevarán hasta la Universidad de Arizona y de Rensselaer Polytechnic Institute para sofisticar el kit de medición de metales pesados. Dan Walls, ingenierio químico de Stanford, será el encargado de mejorar y validar el equipo junto al laboratorio de Mónica Ramírez (Gardenroots Project), científica experta en suelos y en investigación participativa en temas involucrados con salud.

El proyecto en su versión internacional también combinará la ciencia ciudadana con los Estudios Sociales de Ciencia y Tecnología. En síntesis, el efecto en la mejora real de la situación ambiental de las comunidades localizadas en fuentes de emisión de metales pesados en Chile no ha sido importante. Aunque con este gran estudio se quiere pensar que esto recién comienza, concluye Sebastián Ureta.

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