Jéssica González
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A propósito del fallo de la Corte Suprema que rebaja la condena del agresor por el femicidio frustrado de Nabila Riffo, una investigación de la psicóloga Jéssica González, Magíster en Psicología Social de la Universidad Alberto Hurtado, analiza piezas de las campañas realizadas por el Servicio Nacional de la Mujer que reafirman mensajes confusos contra la violencia intrafamiliar.
“Lo grave radica en el argumento que considera que el hecho en sí no es un femicidio frustrado, sino que son lesiones graves en el marco de violencia intrafamiliar. Se minimiza la gravedad del hecho. ¿Qué debe ocurrir para que un tribunal (compuesto sólo por hombres) considere que Mauricio Ortega tenía la real intención de asesinarla?”. Esta es la pregunta que Jéssica González Mahan, Magíster en Psicología Social UAH se hace luego que se informara la rebaja de ocho años a la condena del caso de violencia contra la mujer que estremeció a Chile el 2016.
Para González, el tema también desafía a las propias universidades a incorporarlo en sus procesos de formación e investigación. “El fenómeno social de la violencia que ejercen los hombres hacia las mujeres, que es la mayor violación a los DDHH que sufren las mujeres y niñas, y que sigue siendo naturalizada por las sociedades, es en parte porque el tratamiento es confuso e incluso se responsabiliza a las propias mujeres”, sostiene.
La investigadora que realizó un análisis de las piezas gráficas que conforman las campañas para la erradicación de la violencia hacia las mujeres, realizadas por el Servicio Nacional de la Mujer entre los años 2006 y 2013, describe los discursos presentes en las imágenes y textos, además, de los efectos sociales que éstos tienen.
Entre los principales resultados destacan el predominio de la lógica binaria en las construcciones de género, la que hace énfasis en roles y estereotipos tradicionales al sexo de pertenencia. Esto se ve reflejado en el protagonismo masculino como referente universal del tema, ya sea en quienes tienen la voz y autoridad para hablar de la violencia hacia las mujeres y en atributos que los privilegian como salvadores y con poder de resolución. A su vez, las mujeres son expuestas como receptoras de la violencia, sin derecho a la palabra y sin poder de agenciamiento.
“Hay que realizar cambios a nivel cultural, pero para eso, es necesario que las universidades debatan el tema y se hagan responsable de su erradicación. No podemos existir como una sociedad que asesina y violenta a sus mujeres. Eso nos condena al sufrimiento permanente”, plantea la investigadora.
La psicóloga a través del análisis multimodal describió lo visual y textual como dispositivo de expresión sociocultural presente en las campañas de dos gobiernos. El cómo a través de una imagen se registra y configura una realidad. “Los temas se conjugan en diferentes medios de producción, puede ser la prensa escrita (portada de periódicos); revistas; programas de TV (un matinal), etc. Pero fue interesante analizar la producción que hacen los propios gobiernos, a través de campañas cuyos propósitos es erradicar la violencia. Creo que en esto el desafío fue mayor”.
-¿Cuáles son los errores que se plantean en las campañas contra la violencia de género que se han realizado?-
-No hablaría de “errores”, sino que las campañas son producidas sin un cuestionamiento al orden social de género, por lo que reproducen estereotipos. Es algo altamente normalizado, se considera natural, entonces, se cuestiona la violencia explícita (el golpe), pero no se cuestiona la relación de dominación-subordinación. Es más, en muchos casos, especialmente en las campañas desarrolladas en el gobierno del ex presidente Piñera, lo que se hace es reafirmar la masculinidad, la figura del hombre caballero y salvador. Los hombres aparecen como los héroes y las mujeres son omitidas (como la princesa encerrada en el castillo esperando ser salvada).
-¿Por lo tanto no son efectivas?-
-Conocer la efectividad de las campañas merece otro estudio, no es parte de lo abordado en la investigación. Sin embargo, en mi opinión creo que las campañas que se han desarrollado ya cumplieron la etapa de visibilizar el fenómeno, es decir, mostrarlo más cercano a la realidad para que pueda ser observado y nombrado, especialmente, cuando esto ha estado oculto. En ese sentido, la sociedad chilena ha avanzado y existen condiciones para abordar en mayor profundidad el tema y uno de esos elementos es el cambio cultural; el igual valor social de mujeres y hombres y el empoderamiento y capacidad de transformación de las propias mujeres.
Lo revisado en la tesis, da cuenta que hay cierto nivel de confusión en los mensajes que se proporcionan, al menos en algunas piezas gráficas. En general, los hombres no aparecen como actores de la violencia, no son nombrados. Las mujeres sufren una violencia que no tiene sujeto de la acción, éste es omitido, es como si padecieran una enfermedad producida por un agente desconocido. Entonces, el problema es mostrado como un tema de mujeres, que no tiene responsables, no tiene causas.
Es decir, sigue incomodando el hablar directamente de los horrores que permitimos como sociedad y de la cual los hombres son responsables, ya sea en su acción o bien, en el silencio cómplice.
Lo otro que suele ocurrir es que las agencias que realizan las campañas son agencias de publicidad que generan propuestas basadas en estereotipos de género y sin conocimiento alguno en los temas. Entonces, el tratamiento que hacen es el mismo que el de la comercialización de un producto. Lo que da un resultado que muchas veces es poco pertinente.
-¿Desde la psicología se están formando profesionales para tratar el tema?-
-La psicología no se ha hecho cargo del fenómeno, es más, a mi parecer ha favorecido su reproducción. No hay formación en el tema a las y los estudiantes. En general, las mujeres son diagnosticadas con múltiples trastornos mentales, no considerando los niveles de violencia sistemáticos e históricos con que hemos vivido. El diagnóstico no hace más que responsabilizarlas a ellas mismas de algo que es responsabilidad social. Por ejemplo, el miedo permanente al espacio público; cuál camino es más seguro seguir, es una pregunta que toda mujer se ha hecho. La amenaza de la violación está presente desde que eres una niña, el acoso callejero del que eres víctima siendo una niña opera como una pedagogía de disciplinamiento a la libertad y autonomía de las mujeres para movilizarse en el espacio público, estos actos te van enseñando que debemos estar en lo privado, en la casa. También, podemos pensar en la sobrecarga de tiempo de cuidado y labores domésticas, las que los hombres no comparten de igual manera. Hay una violencia cultural y social que es constante y la psicología lo aborda como un problema cognitivo de las mujeres.
-¿Cuáles son los discursos que predominan en las piezas que son contraproducentes para el objetivo social?-
Hay dos discursos importantes en la construcción de las piezas gráficas de las campañas. Uno es el discurso androcéntrico, el hombre es la referencia, es lo principal, la realidad es nombrada a partir de su propia realidad masculina. En algunas piezas ellos explican a las mujeres y lo hacen desde sus experiencias como hombres y en la construcción de sus propias masculinidades. Aquí, está muy presente el cuestionamiento de quién es un verdadero hombre (a través del uso de insultos como maricón y empelota). Es decir, el tema gira en torno a ellos, pero, no como grupo dominante cuestionado, sino como quienes reafirman su poder. Un segundo discurso es el de la psicologización de la violencia, donde ésta es configurada como una experiencia individual y que es expresión de conductas anómalas que son parte de procesos cognitivos personales. El tema es abordado como algo individual, no hay relación con lo social y la interacción social. A su vez, estos discursos, tienen varios efectos sociales, entre ellos mantener el orden de género, que tiene como finalidad la dominación masculina, también, hay una pasividad social, la sociedad no se siente interpelada en su responsabilidad, lo que contribuye a que todo siga igual.
-Y por último una opinión: ¿Qué es lo nuevo que releva esta investigación?
-Lo que para mí fue un hallazgo, es el efecto que tienen algunas campañas en reafirmar la masculinidad hegemónica, es decir, reproducir y exacerbar lo que son considerados tradicionalmente atributos masculinos superiores y que le otorgan el derecho a dominar a las mujeres, pero no por la fuerza, sino que por la complacencia. Con eso quedé muy sorprendida, no podría decir conforme, sino más bien molesta al darme cuenta que las piezas habían sido construidas con los elementos necesarios para crear una realidad donde los hombres son mostrados con características supremas, como héroes. Eran altamente idealizados y sus antagonistas eran hombres invisibles, porque los agresores no existían, ni en las imágenes ni en los textos, no eran nombrados. Entonces, solo permanece la idea del súper hombre.
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