Germán Díaz
Coordinador del Centro de Seguridad Urbana y del Magíster
en Prevención, Seguridad Urbana y Política Criminal, Facultad de Derecho UAH
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733 personas sin hogar fueron encuestadas en la comuna de Santiago y entregaron un diagnóstico desolador: un 47% respondió que como causa principal que explica su situación actual es no tener red de apoyo frente a quiebres de pareja, duelos o malas elecciones en la vida. Este video es un registro de los testimonios de esos hombres y mujeres que participaron del estudio de situación de calle realizado por el Centro de Seguridad Urbana de la Facultad de Derecho de la Universidad Alberto Hurtado.
¿Es un derecho habitar la calle? ¿Cómo organizamos la ciudad con historias de vida tan complejas y diversas? ¿Qué refleja el fenómeno de las personas sin hogar acerca de la sociedad que somos? ¿Cuántas historias están ocultas en carpas que vemos en parques y rincones de la comuna de Santiago?
Este video realizado por la cineasta Laura González y la periodista Carmen Sepúlveda es un registro de testimonios de chilenos sin hogar que participaron de la investigación Personas en Situación de Calle-Estudio adjudicado por el Centro de Seguridad Urbana de la Facultad de Derecho de la UAH y que se enmarca en el Programa de Revitalización de Barrios e Infraestructura Patrimonial Emblemática coordinado técnicamente por la Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo y ejecutado por la Ilustre Municipalidad de Santiago.
Cada una de estas voces contaron cómo impacta estar marginado de cariño y afecto y cómo la sociedad civil, de manera desinteresada, los apoyó y alimentó durante el confinamiento de la pandemia cuando las calles de la ciudad estaban totalmente desoladas.
El estudio dirigido por Alexis Guerrero e integrado por Germán Díaz, Ana María Munizaga, María Cecilia Jaramillo, María Paz Trebilcock, Julieta Palma y Edgardo Navarro identifica varias dimensiones del fenómeno sin hogarismo: las causas de origen por las que las personas llegan a la calle, el tiempo que permanecen en la misma situación, cómo se mueven de una comuna a otra, y una serie de recomendaciones a los gobiernos. “El habitante de calle es alguien con vínculos quebrados, especialmente los familiares, afectivos y personales; y, por otra parte, son personas que están desvinculadas del sistema social, educativo, económico y productivo”, explicó Alexis Guerrero.
Parte de los hallazgos es que después del estallido social y la pandemia la percepción de las personas sin hogar en la comuna capital aumentó y se complejizó. Esto puede explicarse por varias razones: una mayor visibilización al ocupar espacios públicos como plazas y parques, por el temor instalado por la pandemia respecto a las normas de higiene y, también por casos de personas en situación de calle vinculados con grupos o actividades delictuales que han terminado en operativos policiales como el ocurrido en el Parque Forestal en el mes de agosto del 2021. Otra variante es la irrupción de migrantes que pernoctan en el espacio público alimentando una serie de discursos xenófobos que abogan por una expulsión o erradicación de estas poblaciones.
Otros resultados tuvieron que ver con la alta movilidad: se mueven a lo largo del territorio traspasando las fronteras comunales, regionales e incluso en algunos casos nacionales, de ahí que la recomendación para las autoridades es coordinar los diversos niveles de gobierno y no descansar únicamente en las competencias de un municipio, señaló el Coordinador del Centro de Seguridad de la UAH, Germán Díaz.
Por otro lado, 10 años en promedio reconocieron los encuestados que viven en estas condiciones y que la relación entre personas en situación de calle con la comunidad transita entre el rechazo y la caridad. Esta dicotomía tendría como base prejuicios instalados en el imaginario de las personas que muchas aceptan al habitante de calle mientras no habite en su entorno inmediato.
Parte de la conclusión de los investigadores es que dada las cifras y el cruce de datos cualitativos la vida en calle no es una opción, sino más bien una condición resultante de una concatenación de causas relacionadas en su mayoría con la vulnerabilidad social extrema en que se encontraban estas personas antes de quedar sin hogar y es una alerta a las autoridades por los riesgos que enfrentan en la ciudad porque son testigos y víctimas de diversos delitos (agresiones, robos, hurto, abuso). La calle, en especial durante la noche, es percibida como un espacio de alto riesgo y genera temor, señala Germán Díaz.
Para la investigadora Anita Munizaga, los principales desafíos para abordar el fenómeno desde el Estado es entender que vivir de esta manera implica una vulneración permanente de los Derechos Humanos y que a nivel global es la población expuesta a los riesgos más altos frente a catástrofes naturales, crisis mundiales, nacionales y locales y que en este estudio las mismas personas declararon la necesidad de tener un lugar que les aporte seguridad de forma estable “la calle no es vida para nadie”, señaló.
En cuanto a las recomendaciones, Munizaga identificó que es necesario reevaluar las diferentes formas, diseños y planificación de habitabilidad y desarrollo urbano además de repensar los múltiples usos que implica el espacio público, el valor del suelo, el mercado inmobiliario y la crisis económica que pone de manifiesto el riesgo de habitar la calle y establecer estrategias de intervención temprana dirigidas a población que lleva muy poco tiempo en estas condiciones y por último, tener focos de abordaje específicos con los grupos más vulnerables: mujeres, disidencias sexuales, adultos mayores y personas con enfermedades psiquiátricas, entre otras.
El estudio completo se puede consultar en “Seminario // Dinámicas de la situación de calle en la comuna de Santiago”.
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