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Paula Ugalde: ¿Cómo sobrevivieron los primeros humanos en el altiplano andino?

Paula Ugalde, directora de la carrera de Arqueología en la Universidad Alberto Hurtado, lidera una investigación pionera que busca entender cómo se adaptaron cultural y físicamente los primeros grupos humanos que habitaron el altiplano andino hace más de 10.000 años. En esta entrevista, nos comparte los detalles de su proyecto financiado por un Fondecyt Iniciación. 

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En la siguiente entrevista la autora de la investigación Late Pleistocene or early Holocene human migration into the Dry Puna of northern Chile? A reevaluation of early peopling sites of the Arica and Parinacota’s highlands reflexiona sobre las posibilidades de nuestra supervivencia como humanidad. Desde la arqueología abre una ventana al pasado, por medio del análisis de la adaptación cultural y física de las primeras comunidades en el altiplano y puna de la zona de Arica y Parinacota.

—¿Qué abordarás este proyecto de investigación y qué técnicas utilizarás para analizar a los primeros pueblos?

Este proyecto aborda el poblamiento temprano del continente americano, con énfasis en los sitios arqueológicos ubicados en las tierras altas de la región de Arica y Parinacota. Estamos hablando de lugares a altitudes entre 3.600 y 4.500 metros, en condiciones extremas que plantearon desafíos únicos a los primeros seres y comunidades humanas que habitaron estas tierras. Busco reevaluar estos sitios y datarlos mediante técnicas como el radiocarbono, además de utilizar nuevas metodologías para identificar posibles adaptaciones culturales que les permitieron sobrevivir en un ambiente aparentemente tan hostil, al menos desde nuestra perspectiva occidental.

—¿Cuál es la diferencia entre adaptación genética y adaptación cultural en este contexto?

La adaptación genética implica cambios biológicos que se transmiten de generación en generación, como la capacidad de procesar oxígeno más eficientemente en altitudes elevadas. Sin embargo, en el periodo que estudiamos, es importante analizar cómo los primeros habitantes se adaptaron genéticamente y cómo esto se conjuga con las adaptaciones culturales: tecnologías como la ropa, el uso del fuego y la organización social, que les ayudaron a enfrentar el frío extremo y la falta de oxígeno.

—¿Qué tecnologías nuevas utiliza para este análisis?

Entre las más destacadas está el estudio de ADN en sedimentos. Esta técnica permite identificar restos genéticos de humanos, animales y plantas que no se preservaron macroscópicamente, pero que sí dejaron rastros en los sedimentos y suelos, lo que nos ayuda a reconstruir los ecosistemas en los que vivieron estas comunidades. Es un procedimiento extremadamente delicado, ya que incluso el ADN del investigador o investigadora puede contaminar las muestras. Además, contamos con colaboraciones para analizar las “huellas de uso” en herramientas de piedra y hueso, lo que revela cómo eran utilizadas en la vida cotidiana, y tenemos un interés particular por descubrir posible uso de estas herramientas para manufacturar ropa

—¿Cómo se estructura la investigación?

La investigación consta de tres fases principales: trabajo de campo, análisis en laboratorio e interpretación de datos. Durante los tres años del proyecto, planeo realizar múltiples salidas a terreno para recopilar nuevos datos y reevaluar sitios conocidos, excavados en las décadas de los 70 y 80 por Calogero Santoro. El análisis en laboratorio es continuo y contempla estudios de sedimentos, instrumentos de piedra y restos óseos. Todo esto culmina en publicaciones académicas que buscan aportar al conocimiento arqueológico global.

—¿Cómo contribuye la infraestructura de la UAH al proyecto?

Aunque todavía dependemos de laboratorios externos para ciertos análisis avanzados, estamos comenzando a equipar nuestras instalaciones con el fondo de esta investigación, particularmente enfocadas en las primeras etapas de la datación por radiocarbono. En colaboración con colegas de la UAH, como la profesora Consuelo Huidobro, aprovechamos las herramientas disponibles para estudios específicos, como las huellas de uso en herramientas de esta época.

—¿Qué impacto esperas que tenga la investigación?

Espero aportar una nueva perspectiva sobre cómo los primeros humanos enfrentaron desafíos extremos en el altiplano andino hace miles de años. Este conocimiento no solo enriquece la historia de América, sino que también resalta la resiliencia y creatividad de nuestra especie.

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