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Mendieta, Maresca y Salcedo: Tres momentos vitales del arte latinoamericano

Paulina Faba Compartir esta publicación La artista cubana Ana Mendieta murió tras caer del piso 34 de su departamento en Greenwich Village NY, tenía 36 años. La argentina Liliana Maresca, falleció de Sida rodeada de jazmines a los 43, y la colombiana Doris Salcedo lleva treinta años abordando el tema del dolor, la separación violenta […]

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Paulina Faba

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La artista cubana Ana Mendieta murió tras caer del piso 34 de su departamento en Greenwich Village NY, tenía 36 años. La argentina Liliana Maresca, falleció de Sida rodeada de jazmines a los 43, y la colombiana Doris Salcedo lleva treinta años abordando el tema del dolor, la separación violenta y la muerte. La investigación Fondecyt de Paulina Faba, académica del departamento de antropología de la Universidad Alberto Hurtado, profundiza en el análisis de sus obras en contextos políticos claves del Continente.

Ana Mendieta, cubana, Liliana Maresca, argentina y la colombiana Doris Salcedo son las protagonistas de un largo estudio a cargo de la antropóloga y doctora en historia del arte Paulina Faba, académica de la Universidad Alberto Hurtado. Las vidas y trayectorias artísticas de estas mujerazas se desarrollan en importantes momentos en los EE. UU. y América Latina, como el surgimiento de movimientos feministas en los años 70, la instauración de las dictaduras en los años 70 y 80, las transiciones sociopolíticas a las democracias en los años 90, más el recuerdo de la violencia en los 2000’s. Por lo mismo, la investigación las mira, analiza, examina y compara históricamente para entender los procesos de creación y recepción de sus obras.

La idea de la investigación es responder: ¿Cómo siendo mujeres  logran tener un espacio en el arte latinoamericano? ¿Cómo pesa la violencia política en su forma de ver el mundo? ¿Cómo fluyen los afectos en sus trabajos artísticos? y ¿Cómo se manifiestan los cuerpos y subjetividades a través de las fotografías, los films, las performance y las instalaciones que ellas crearon?

Ana Mendieta fue una cubana exiliada en los Estados Unidos que llegó a Iowa cuando era adolescente y fue internada como parte del programa Peter Pan que recluía a niños cuyos padres arrancaban del comunismo. “Llegar a una sociedad tan distinta fue difícil para ella. Sin embargo, finalmente Mendieta logra convertirse en artista y lo interesante del estudio del contexto histórico asociado a su obra es que no sólo nos encontramos con el auge de los movimientos feministas en el arte, sino también con aquello que la crítica de arte Lucy Lippard (1973) designó como un proceso de desmaterialización del objeto artístico, que va a influenciar las formas de pensar el arte en los artistas a nivel mundial, incluyendo Mendieta, sin necesariamente afectar la originalidad y la riqueza de su propuesta”, comenta Faba.

Mendieta construye formas particulares de concebir el cuerpo y las subjetividades. La serie Silueta (1973-1978), por ejemplo, constituye una de las principales contribuciones de Ana Mendieta a la historia del arte. En esta obra, la artista inscribió su cuerpo en la tierra y el paisaje, realizando 200 siluetas en total. Se trata de una obra que se desarrolló durante gran parte de su trayectoria de artista, finalizando hasta el momento de su trágica muerte en 1985. Esta serie constituye una obra compleja no sólo por su vinculación con la trayectoria de vida de Mendieta, sino también por su extensión y la articulación de distintos dispositivos de expresión, tales como la performance, la fotografía y el film.

“En esta obra plantea una serie de ambigüedades que permiten interrogarse acerca de la relación naturaleza – cultura, femenino – masculino, humano – animal, así como sobre la posibilidad del desarrollo de un arte feminista que da cuenta de las raíces latinoamericanas”, explica la académica.

En el caso de la argentina Liliana Maresca, que de adolescente fue novicia, las expresiones artísticas que desarrolla (performance, fotografía e instalaciones) cuestionan la precariedad del periodo de la dictadura en Argentina, buscando a la vez desvirtuar los roles de género y la relación entre lo público y lo privado en el marco de la expresión de las subjetividades, a partir de la exposición del cuerpo femenino. Maresca nació en Buenos Aires en 1951 y murió en 1994, por complicaciones derivadas del virus VIH. Fue una vida intensa. Intensidad potenciada porque fue una vida entregada al arte. Como una heredera de la vanguardia, Maresca no hizo diferenciación entre arte y vida. “Ella se levantaba y el desayuno se lo servía en una bandeja de plata que teníamos de una abuela austríaca. Se hacía tostaditas, el té, era un rito; la belleza empezaba desde la mañana”, contaba su hermano Miguel Ángel en una nota hecha por Elisabetta Piqué.

Esta artista cristaliza todos los movimientos culturales y de la escena de los años ‘80 y ‘90, que ponen en evidencia los efectos de las dictaduras en Latinoamérica y en particular en Argentina. En este contexto los artistas formaron parte de lo que podríamos concebir como una contracultura, a la cual  Maresca contribuyó con una forma nueva de pensar el arte, la cual se traduce en el despliegue “de una suerte de alquimia.

Por ejemplo, en la instalación Recolecta realizada en 1990, Maresca exhibe unos carros de cartoneros de diferentes escalas y materiales a los cuales cubre con pintura blanca y dorada, caracterizando así la proliferación evidente de estos objetos y la posibilidad de transformación de una época de precarización social.

Los efectos del desarrollo del virus de VIH Sida en Latinoamérica constituye otro de los eventos históricos que las obras de Maresca abordan, por ejemplo a partir de la instalación Wotan-Vulcano (1991),  la cual se gesta en el marco del desarrollo de su propia enfermedad y el advenimiento inevitable de la muerte ”, dice Faba.

La tercera artista de esta investigación que tiene como tiempo de realización tres años, es la única viva. Se trata de Doris Salcedo, quien en sus obras utiliza muebles, armarios y sillas a los que les talla el sentimiento de drama y horror.

“Ella logra desde mi perspectiva, trabajar una idea del cuerpo a través del desarrollo de  una lógica de la ausencia y de la creación de espacios aberrantes que se despliegan a partir  de la presentación de muebles manufacturados con pedazos de otros muebles y ropas de personas y pelo humano, que permiten situar al espectador como una suerte de testigo del trauma”, explica Faba.

La relevancia de estudiar la obra de Salcedo es que cristaliza un momento de la historia del arte, en el cual los efectos del trauma, la memoria y la guerra, entre otras temáticas vinculadas a la violencia, han devenido centrales. Para ella olvidar es un pecado. Su trabajo está directamente relacionado con el desarrollo de la guerrilla y la violencia en Colombia, así como con el movimiento migratorio que puso en jaque a la política europea. La Casa Viuda (1992-1994), es una de sus obras más conocidas, donde se interroga acerca de las formas en que las víctimas de la violencia vinculada a la guerrilla y las drogas en Colombia, conviven y son habitadas por el dolor.

En su obra Palimpsesto (2017), Salcedo toma el tema de los inmigrantes y se pone en el lugar de las víctimas. Paulina Faba explica el impacto de esta obra: “Son grandes bloques de cemento, de los cuales surgen gotas de agua que lentamente se unen hasta formar los nombres de hombres y mujeres que se han ahogado al intentar llegar a Europa en busca de una vida mejor”. La artista colombiana visibiliza así uno de los hechos más dramáticos e ignominiosos de la nuestra historia reciente: la muerte de miles de personas en las aguas del Mediterráneo ante la indiferencia, cuando no (in)consciente complicidad, de una sociedad europea anestesiada y en peligrosa deriva hacia un cierre identitario. “Palimpsesto es una obra interesante porque se propone como desafío crear una imagen invisible. En esta obra, hay múltiples alusiones indirectas y poéticas a la muerte de los migrantes en el mar, por ejemplo el agua emerge y desaparece aludiendo al llanto asociado a estas pérdidas”, comenta.

A partir del ejemplo de Mendieta, Maresca y Salcedo, la académica analiza cómo se desarrollan ciertas perspectivas en torno al cuerpo y de qué manera se les dota de agencia o intencionalidad. En este sentido, los cuerpos no son entendidos de forma unitaria, sino, más bien,  a partir del despliegue de fragmentos, trazos y partes heterogéneas que invitan a abordar el problema de la imagen y las subjetividades desde la complejidad. Estas obras problematizan y repiensan, las ideas de subjetividad y su relación con el cuerpo y el género, concluye Paulina Faba.

Además del análisis detallado de las obras de las artistas la investigación contempla la revisión de archivos en países como Argentina, Colombia y Estados Unidos. Se tiene previsto también la visita a museos y la realización de entrevistas a curadores y artistas vinculados con la organización de exhibiciones. Lo particular del análisis propuesto por Paulina Faba se vincula con su formación académica como antropóloga e historiadora del arte, la cual le ha permitido desarrollar una perspectiva interdisciplinaria de investigación, la cual efectúa un cruce miradas en torno al problema del arte contemporáneo y el estudio de las imágenes en general. Desde este palco desarrollará nuevas aproximaciones  a los legados de estas tres mujeres artistas, cuyo estudio es clave para la comprensión de la historia del arte Latinoamericano y mundial.

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