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¿Cómo se hizo el libro Náusea, crónica de una zona de sacrificio?

Náusea: crónica de una zona de sacrificio, los medios no registraron la memoria de las víctimas de la contaminación en Puchuncaví. En esta conversación el autor aborda la tragedia y qué herramientas literarias le entregó el Diplomado en Escritura Narrativa de No Ficción de la Universidad Alberto Hurtado.

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Esteban Contardo

Diplomado en Escritura Narrativa de No Ficción

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Náusea: crónica de una zona de sacrificio, los medios no registraron la memoria de las víctimas de la contaminación en Puchuncaví. En esta conversación el autor aborda la tragedia y qué herramientas literarias le entregó el Diplomado en Escritura Narrativa de No Ficción de la Universidad Alberto Hurtado.

por Carmen Sepúlveda

¿A qué huele un sitio contaminado por una industria estatal? ¿Qué recuerdos quedan de la desgraciada vida de sus habitantes? La historia del libro Náusea: crónica de una zona de sacrificio, de ediciones La Pollera y escrito por Esteban Contardo, relata la intoxicación y muerte de las personas de Quintero y Puchuncaví como consecuencia de la nube de químicos que emana de una zona industrial levantada hace medio siglo.

Esteban Contardo es Licenciado en Letras de la UC y fue alumno del Diplomado en Escritura Narrativa de No Ficción de la UAH, que dirige Roberto Herrscher. «Recuerdo que cuando escuché el proyecto de Esteban, me pregunté: “¿Qué hay que no sepamos de Puchuncaví?”, pero luego le pregunté qué libro le había roto la cabeza y me dijo que Voces de Chernobyl de Svetlana Aleksiévich. Ahí supe que tenía muy claro el tono con el que iba a contar su historia. De hecho, el epígrafe del libro de Svetlana es el epígrafe del libro Náusea», comenta Herrscher.

Qué historia contar

Para Esteban Contardo el interés por este tema partió hace años. En octubre de 2018 viajó a Quintero y la comunidad estaba consternada por la muerte del activista medioambiental Alejandro Castro, el Mecha, que fue encontrado colgando de los tirantes de su mochila en un sector del metrotren de Valparaíso. Lo que todos se preguntaban era: ¿se suicidó o lo mataron? Por ese entonces, se superaba la barrera de las 1334 atenciones por intoxicación en los centros de salud de la zona desde el primer peak de ese año, ocurrido el 21 de agosto. En redes sociales, los afectados comentaban que Chile es el único lugar donde en vez de clausurar la fábrica que contamina, cierran las escuelas.

La búsqueda del tono

El diplomado exige a sus estudiantes tener un proyecto de escritura en el campo de la no ficción. Pueden ser crónicas, reportajes, biografías, memorias o ensayos. Con foco en la práctica, está orientado a que los alumnos adquieran las habilidades necesarias para la formulación de un tema, sus líneas de investigación, el tono de la escritura y su posterior publicación. «Trabajan durante un año y muchas veces terminan los primeros capítulos de su primer libro en clase», comenta Roberto Herrscher.

El camino a ratos puede ponerse cuesta arriba, pero trabajan con un tutor mientras van probando ejercicios sobre el proyecto narrativo en los módulos de estructura, investigación, escritura, edición y publicación. Al final hay una defensa del texto frente a profesores y compañeros y todos evalúan la presentación.

El tutor como un faro

Esteban tuvo como guía al periodista y autor del libro Todo legal Carlos Tromben, que le ayudó a mejorar narrativamente los textos que configuraron los dos primeros capítulos del libro. «Hubo detalles en cuanto a cómo relatar la oralidad. Los chilenos cuando hablamos pasamos en automático los verbos del pasado al presente y viceversa. Eso es mejor eliminarlo y dejar un diálogo. Cosas así fuimos perfeccionando en el camino», señala Tromben, profesor del Diplomado en Escritura Narrativa de No Ficción de la UAH.

Los tutores del diplomado son un grupo de periodistas y escritores nacionales con robusta trayectoria que se asignan a los diferentes proyectos. En la lista destacan Milena Vodanovic, Juan Pablo Meneses, Claudio Pizarro, Sergio Jara y Carlos Tromben, por nombrar solo a algunos. Para ellos lo desafiante es pensar las herramientas que cada autor necesita, porque todos los estudiantes son diferentes.

El dilema de las fuentes

El trabajo de las fuentes fue otro tema muy complejo para el autor por la sensibilidad que exigía cada testimonio y por el dolor de una realidad de cientos de personas que han fallecido producto de la contaminación. «En un comienzo existía cierto recelo de querer contarme sus historias. Sin embargo, el hecho de que yo fuera sin una institución u organización detrás ayudó a que pudieran confiar en mi trabajo», comenta Contardo.

—Una de las fuentes, Mónica Arroyo, falleció y no pudiste entregarle un ejemplar de este libro. ¿Cómo viviste ese momento?
—Fue un momento de mucho dolor. Estas noticias, de la muerte de Mónica Arroyo y de Claudia Tapia, me afectaron profundamente. Ambas fallecieron por cáncer, una enfermedad que constantemente se repite en las conversaciones que uno puede tener con los habitantes de ambas comunas.

—Náusea es un relato muy literario que no pierde la fuerza de la denuncia, ¿esa mirada la pensaste desde siempre?
—La pensé desde siempre. Creo que en un texto periodístico es importante no dejar a un lado el aspecto estético de lo que uno escribe, tratar de usar las herramientas que nos ofrece la literatura para contar hechos que requieren de la mayor sutileza posible.

—¿Cuál dirías es el valor de la crónica como género para contar esta realidad?
—La crónica permite relatar hechos crudos pero reales, con la sensibilidad estética de un texto literario, con el objetivo de permitir al lector empatizar con la realidad en la que se encuentran las comunidades de Quintero y Puchuncaví. Creo que ese es el mayor valor: tomar un hecho de la realidad, no ficcionarlo, pero relatarlo como si se tratara de un texto literario, de una novela.

—Todos sabemos que publicar en nuestro país no es fácil. ¿Cómo hiciste para presentarte a la editorial?
—Envié el manuscrito al correo de la editorial La Pollera y a los dos meses me llegó la respuesta de que lo querían publicar.

Quien le respondió el mail fue Daniel Campusano, uno de los editores del sello La Pollera que a diario recibe decenas de proyectos. ¿Por qué lo eligió? Según detalla, lo evaluó y entendió que no solo había información sobre el asunto wikipediable, sino un relato, una propuesta de estructura y de mirar el tema desde la cotidianeidad de los habitantes y sus repercusiones elementales. Para Campusano, Esteban combinó voces con un estupendo tino narrativo: entrelazó información textual y científica y la escenificó: «Fue muy hábil en tratar la inquietud de las personas afectadas. No fue condescendiente. Mostró y dejó que desde las voces y hábitos diarios se mostrara el horror. Porque los metales pesados no matan de un día para el otro: son años y generaciones de daño», dice Campusano. Y voilà.

Para Roberto Herrscher es un orgullo que sus alumnos y alumnas publiquen y adelanta que desde 2023 el mejor trabajo será parte del catálogo de Ediciones Universidad Alberto Hurtado como una manera de incentivar la creación y producción de escritos de excelencia. Náusea obtuvo una mención honrosa en la categoría «Inéditos» del Premio Escrituras de la Memoria 2021, que entrega el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, y es el quinto libro publicado en este Diplomado.

El primero fue Piñera y los leones de Sanhattan: crónica del auge de la elite financiera chilena de Sergio Jara, publicado por Editorial Planeta. Luego Viaje al sabor 2: crónicas gastronómicas de un Chile que no conoces de Carlos Reyes, publicado Ediciones B. A continuación vino Reportero sin cabeza de Lino Solís de Ovando, publicado por Editorial Cinco Ases y La cárcel de mi mente de Ileana Sánchez, publicado por Barker & Jules. Mientras tanto, están en proceso un libro del periodista peruano Kike La Oz y otro de la presidenta de la Asociación de Mujeres Periodistas, Verónica López.

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