Si bien la mayoría de los universitarios del país están terminando el periodo académico para luego descansar en época estival, la dupla de jóvenes Ignacio Milic y Sebastián Carrasco, ambos estudiantes de cuarto año de Geografía de la U. Alberto Hurtado, vive una realidad totalmente opuesta porque se alistan para rastrear la cuenca de la zona de Machalí, su primera investigación financiada por una empresa privada y que los tiene organizando tiempos para poner manos en la masa y trabajar.
Y es que se adjudicaron el Fondo de Investigación Científico del Alto Cachapoal de la empresa Pacific Hydro por el proyecto “Impacto socio-territorial de microbasurales y VIRS en la cuenca del Alto Cachapoal”. Para esto recibirán un capital de casi 7 millones de pesos para el estudio teórico y en terreno del impacto de los basurales ilegales del sector.
Ambos estudiantes saben que es un desafío para su desarrollo académico asumir esta gran responsabilidad de aportar un insumo relevante, mejorar la calidad de vida del sector y en el futuro implementar políticas públicas medioambientales de esta parte del territorio nacional. En este trabajo estarán guiados por el director del Departamento de Geografía de la UAH, Manuel Fuenzalida.
Sebastián Carrasco, responsable de recibir los fondos, explica que el objetivo global es bien ambicioso porque es contribuir a erradicar los microbasurales del perímetro de la cuenca de Coya, ubicada en Machalí hacia la cordillera, hacer un mapa de los microbasurales e intervenir en las comunidades para generar conciencia que estamos frente a una reserva natural que debemos cuidar. “La cuenca es una zona rural y en las orillas de los caminos la basura se acumula conformando vertederos ilegales con todo el conflicto que genera a nivel medioambiental y humano. Estamos hablando de una Reserva Nacional Río Los Cipreses con una de las comunidades más grandes y coloridas de Loro Trichaue, especies en grave peligro de extinción. Los daños directos de la basura son la llegada de gatos, ratones, perros salvajes que al haber comida se toman el territorio y dañan la salud de las personas”, explica Carrasco.
Como futuros geógrafos, los mueve el interés de una disciplina que evalúa el conflicto socioterritorial del vertedero ilegal: “Nosotros como estudiantes de geografía entendemos el territorio como una mezcla de distintos ámbitos de la vida donde se mezcla lo natural lo humano, lo social y lo económico”.
– ¿De qué hablamos cuando hablamos de microbasurales ilegales?
Son territorios contaminados porque la gente bota escombros y nadie los recoge. El camión de la basura pasa, pero la política de funcionamiento es retirar la bolsa de basura, no los restos de árboles podados, colchones o botellas botadas en el suelo y menos vidrios rotos que propician la generación de micro vertederos tóxicos sin regulación sanitaria.
– ¿Cuáles son los datos de la zona de la región de O’Higgins?
En el sector vive mucha gente en dos grandes sectores de Rancagua, Machalí y detrás de la minera El Teniente está la localidad Coya que es chiquitita, y luego existen localidades rurales. En las calles que son rurales se pueden ver 5 o 6 casas y el resto son parcelas.
– ¿La primera parte del trabajo es teórico y la segunda en qué consiste?
Como te explicaba queremos hacer una investigación que no quede guardada en una tesis en una biblioteca y nadie se entere. Nuestro trabajo en territorio es primordial, estamos comprometidos a que este trabajo le llegue a la gente, que la población comprenda que estamos juntos mejorando el territorio. Pretendemos aplicar métodos alternativos responsables de trabajo de residuos, educar a los niños, organizar actividades comunitarias y talleres en los colegios para generar una sensibilización del cuidado medioambiental. Y a quienes visiten la zona decirles que les debe importar la basura que dejan y, por último, enseñar técnicas de reducción de residuos. En Chile en los últimos años se ha masificado el uso de las bolsas plásticas que van directo a la basura y con sólo enseñar el hábito de ir al supermercado o a la feria con una sola bolsa ya es un modo de reducción.
Ignacio Milic destaca que es un desafío hacerse cargo de esta investigación porque el resto de los profesionales que se adjudicaron el fondo son investigadores independientes o representantes de Centros de Investigación con experiencia, en cambio, ellos son alumnos de pregrado con la responsabilidad de entregar un resultado concreto “y no lo hacemos pensando en una nota”. El profesor guía nos dijo que lo que conlleva la adjudicación de un fondo es que nos podemos catapultar o sepultar. Y tiene razón es un acto de confianza”, señala Milic.
Sebastián Carrasco, en tanto, explica que no le generó ruido que sea una empresa privada la que entregue recursos a la academia como una medida de compensación por daños medioambientales: “Soy crítico sobre las hidroeléctricas por el impacto que generan en el medio, pero nosotros no estamos haciendo una investigación para ellos, no le estamos lavando la imagen, queremos contribuir al desarrollo de la cuenca, trabajar con las comunidades y poder erradicar un conflicto importante para quienes viven y visitan el lugar”.
El trabajo de estos jóvenes tiene fecha de partida en enero y durará hasta noviembre del 2016, etapa que tienen como plazo para entregar hallazgos. Una entrega que saben puede marcar la ruta vocacional de la investigación y contribuir a ampliar el campo de trabajo de los geógrafos. Un viaje que ellos saben, recién comienza.
Ignacio Milic, Sebastián Carrasco.