Michael Canu
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La tendencia pedagógica del siglo XXI abre espacio a un proceso donde profesores y alumnos descubren juntos nuevas interrogantes de cómo funcionan las cosas. Indagar es el desafío que tiene a la comunidad educativa concentrada en cómo motivar a los jóvenes a comprender que no todo está hecho.
https://youtu.be/k0dmhYqaUFc
¿Cómo aprendieron los grandes sabios de la humanidad? ¿A qué edad descubrieron las leyes universales que llevan sus nombres? ¿Será cierto que pasaron años observando el universo antes de comprenderlo? No lo sabemos con certeza. De ahí surge reflexionar cómo se divulga La historia de la ciencia en la sala de clases y cómo la están aprendiendo niños y jóvenes en Chile.
Michael Canu, doctor en educación y académico del equipo de La Main a La Pate de Francia, y con una destacada trayectoria en la formación de docentes estuvo de visita en nuestro país y conversó justamente con profesores en ciencias y estudiantes de pedagogía de la UAH sobre el cuál debería ser el diseño más idóneo para comprender procesos complejos de la humanidad.
Para el francés lo más relevante es eliminar los contenidos mitológicos que por, peculiares que sean, no son precisos. Como por ejemplo, que a Newton se le ocurrió la ley de la gravedad observando una manzana cayendo de los frutales de su jardín o que Arquímedes de verdad gritó ¡Eureka! cuando se daba un baño y observó que los objetos flotaban.
El investigador detalló que la enseñanza eficiente debe integrar la indagación, método que implica que los profesores manejen muy bien las materias a tratar, que deben anticiparse a las dudas de los niños y experimentar todas las interrogantes que tendrán los propios estudiantes en la sala de clases. Este trabajo mental obligará a la comunidad educativa a ser capaces de construir un debate dirigido, aplicarlo a un problema actual o doméstico, relacionarlo con un episodio de la historia y recién ahí, plantear nuevas interrogantes.
Esta dinámica que ya es posible en las aulas del primer mundo no es fácil en nuestro país dadas las deficiencias del modelo educativo donde los docentes se enfrentan a problemas de infraestructura y proyectos educativos rígidos. Sin embargo, Canu es un positivista y dice que se puede lograr un cambio, la tarea no es fácil porque implica tiempo, dedicación y sobrepasar la resistencia de que los pedagogos no son investigadores ni historiadores.
El principio para lograrlo es que docentes y alumnos trabajen en equipo en una reconstrucción didáctica, entendida como adaptar la historia a un problema actual, investigar a partir del fenómeno, consultar buenas fuentes históricas y armar un escenario apropiado para la discusión. “Si un profesor no conoce a cabalidad lo que enseña y quiere hacer una secuencia de indagación en ciencia en el aula, puede ser muy complicado si no está preparado”, sostiene Canu.
El francés propone que el giro debe partir por descartar la anécdota histórica que por muy divertida que sea no es precisa. Segundo, insistir en la caída de los absolutismos, las ideas son reales en un momento, falsas en otro y en ese juego se debe robustecer la validez de la incertidumbre. “Si el conocimiento está en permanente movimiento también está permanente creación, ésta sola convicción frente a un grupo de jóvenes puede ser fascinante, es más podría gatillar en uno de ellos el potencial de genialidad necesaria que inspiró a grandes descubridores de la humanidad. Ese es el desafío para docentes, investigadores y alumnos. La buena noticia es que estamos a tiempo, lo idóneo es empezar a verbalizar la palabra indagar.
Michael Canu
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