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En el año 2011, las protestas en la ciudad minera de Calama marcaron un hito en la historia de los movimientos chilenos de protesta territorial. Al exigir autonomía, 5% de las utilidades generadas por el cobre (la recuperación de los royalties regionales alcanzados entre 1955 y 1973 luego derogadas en la dictadura militar), y la nacionalización de los recursos, el movimiento social de Calama se diferencia de otras acciones colectivas locales y regionales ligadas a fenómenos de representación contenciosa y nimby (“no en mi patio trasero”); todas ellas acciones motivadas por razones económicas puntuales, en contra de las externalidades negativas ambientales o construidas sobre el peticionismo al Estado. El presente artículo es un estudio de caso sobre el movimiento de Calama en el que se reflexiona en torno a tres elementos: la presencia de un liderazgo personalista; la existencia de dos identidades históricas: minera y atacameña; y el desarrollo de mecanismos de agregación y solidaridad.
FRANCESCO EMMANUEL PENAGLIAUniversidad Alberto HurtadoFacultad de Ciencias SocialesCiencia Política & R.R.I.I.Esteban ValenzuelaCiencias SocialesCiencia Política & R.R.I.I.
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