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La subjetividad se forja y tambie?n se destruye a trave?s del sonido abrumador. En los estadios de las carreras de autos del circuito NASCAR, es emocionante presenciar el movimiento de poderosas ma?quinas sobre el asfalto a velocidades de hasta 290 kilo?metros por hora. Esta experiencia se combina con sobrevuelos bajos de aviones de guerra, himnos religiosos y nacionales, y un paisaje sonoro dominado por generadores porta?tiles. Este escenario permite captar la relacio?n entre deporte, nacionalismo y guerra que se manifiesta en los Estados Unidos. En base a una experiencia personal como espectador de las carreras de NASCAR, durante un feriado solemne dedicado a los cai?dos en batalla, propongo que ruido, sonido y mu?sica confluyen en la formacio?n ritual de cierta complicidad con intervenciones militares en el Medio Oriente. Enfatizo el contraste entre la construccio?n de la subjetividad mediante deporte y ceremonia, y su destruccio?n mediante la tortura sonora, perfeccionada en las ca?rceles militares durante los u?ltimos an?os. Mientras ma?s se codicia el combustible, ma?s se ritualiza su uso, en un proceso que cultiva la fascinacio?n por los ruidos de motores y explosiones. Iro?nicamente, la mu?sica se ha convertido en herramienta de tortura, indicando nuevos acontecimientos en la relacio?n entre ruido, mu?sica, subjetividad y guerra.
Jacob Eric RekedalUniversidad Alberto HurtadoFacultad de Filosofía y HumanidadesMúsica.
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