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Voces del Covid: el proyecto narrativo que conectó a la comunidad médica con sus emociones 

Macarena Barros Magíster en Antropologías Latinoamericanas UAH Compartir esta publicación Las Voces del Covid es una plataforma virtual que permitió a los funcionarios del Hospital Padre Hurtado narrar lo que les pasaba durante la emergencia sanitaria del Covid19. 14 relatos de este sitio fueron seleccionados para dar cuenta de cómo cambió la relación de la […]

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Macarena Barros

Magíster en Antropologías Latinoamericanas UAH

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Las Voces del Covid es una plataforma virtual que permitió a los funcionarios del Hospital Padre Hurtado narrar lo que les pasaba durante la emergencia sanitaria del Covid19. 14 relatos de este sitio fueron seleccionados para dar cuenta de cómo cambió la relación de la vida y la muerte y cómo dieron el paso de salvar vidas a acompañar a morir. La humildad y la narrativa en el mundo de la salud se unieron en la tesis de Macarena Barros en el Magíster en Antropologías Latinoamericanas de la Universidad Alberto Hurtado.

por Carmen Sepúlveda

Durante la pandemia las clínicas y los hospitales vivieron un estrés insospechado: en el caso del Hospital Padre Hurtado de la comuna de San Ramón, durante la primera ola, el Covid19 mataba a 60 personas diarias cuando la morgue tenía cupo para cuatro fallecidos. ¿Qué se hacía entonces? El protocolo obligaba a los familiares a no tener contacto con sus seres queridos y el último adiós lo tenían que hacer protegidos con bata, guantes y mascarilla. El velatorio era con ataúd sellado, muchos seres queridos no tuvieron velorio. Así pasaron meses, mientras los contagios subían y el personal médico daba la batalla en silencio. Pero: ¿Qué les sucedía a ellos? ¿Cómo se comportaban, cómo se vestían y cuáles eran los miedos que como personas sentían cuando eran azotadas por una pandemia?
Todos los días veían cómo los contagiados rápidamente morían, en urgencias se les acumulaban los enfermos, las UCI se repletaban con pacientes entubados boca abajo y la vida dependía de un ventilador o un respirador mecánico. Enfrentaron momentos terribles de profundo debate ético, como cuando decidían a quién salvar o no. Nadie como ellos manejaba el conocimiento del alto riesgo de contagiarse y en esa incertidumbre diaria, también había miedo a morir y de contaminar a los suyos.

En este contexto podría la narrativa, esa valiosa herramienta de contar historias, descomprimir la tensión emocional de un equipo médico. La comunidad hospitalaria estaría dispuesta a escribir cómo cambió la relación de la vida y la muerte y cómo se dio el paso de salvar vidas a sólo acompañar a morir.

“Las Voces del Covid en trabajadores de la salud del Hospital Padre Hurtado desde una mirada antropológica” es la investigación del Magíster de Antropologías Latinoamericanas de la Universidad Alberto Hurtado realizada por la periodista de la Pontificia Universidad Católica de Chile y diplomada en Administración Cultural mención Artes Visuales en la Universidad de Chile, Macarena Barros.

Macarena recuerda que como integrante del equipo del Centro de Humanidades Médicas de la Universidad del Desarrollo invitó a los funcionarios del Hospital Padre Hurtado – uno de los campos clínicos de la Facultad de Medicina UDD- a contar lo que les pasaba y les explicó el valor de esta técnica para hacer un ejercicio de registro, memoria y descomprimir las tensiones emocionales. Ella a su vez, nunca antes había trabajado en temas de salud, y el acercamiento a los conflictos de la comunidad médica y su relación con los pacientes, era reciente. Ocurrió cuando su madre, la ex ministra de Educación de la presidenta Michelle Bachelet, Mónica Jiménez, enfermó. Había vivido en primera persona la experiencia de ser familiar de una paciente en estado crítico.
Según cuenta en la tesis, “en ese tiempo de duelos y pérdidas, experimenté una muy significativa: mi madre sufría de un cáncer pulmonar que había hecho metástasis en varios de sus órganos, incluido su cerebro y tras una intervención quedó con su lado derecho paralizado. Por ende, inválida. Las largas estadías con ella en la clínica me hicieron entrar en conflicto con el sistema de salud, que sentía distante de sus padecimientos y de su inevitable cercanía con la muerte. En paralelo, la pandemia en Chile generaba muchas muertes diarias y empecé a trabajar en el Centro de Humanidades Médicas de la Universidad del Desarrollo”.

Del periodismo a la antropología

Macarena entró en agosto del 2019 al Magíster en Antropologías Latinoamericanas de la Universidad Alberto Hurtado, una inquietud que tenía hacía tiempo, pero tenía sus dudas si éste era el postgrado indicado. Incluso para orientarse le consultó a una headhunter quien le dijo que hiciera un MBA, mejor. “Y dije no, esta cuestión tiene que tener cierto goce, un MBA no. Feliz de no haberle hecho caso porque con el tiempo me he dado aún mayor cuenta que la escucha hacia el otro y una mirada respetuosa de corte antropológico es muy necesaria en el mundo de hoy”.

-¿Cómo fue ese proceso? –
– Tuve que dar una entrevista y escribir una carta bien pensada y profunda de las razones que me motivaban a estudiar. Me acuerdo que en la entrevista estaba Francisca Márquez y Juan Carlos Skewes, con él hice una relación muy buena en el tiempo, es un maestro y me marcó su humanidad. Estaba también el antropólogo Leonardo Piña. Durante esa conversación, entre otros, tomé conciencia de los aportes que en mi vida profesional había hecho desde el mundo privado a temas de patrimonio. Quedé aceptada, y en base a mi expectativa me convertí en una estudiante que iba presencial a la Biblioteca Nacional, armamos grupos de estudios y cambié mi investigación, primero quería hacerla sobre los textiles mapuches de la comunidad huilliche que vive en Pupañimo, a orillas del rio Bueno en Osorno porque había escrito cinco años la columna de opinión Tradición Artesana en la revista Vivienda y Decoración de El Mercurio, y luego escribí el libro Tesoros de la tierra, pero derivé y decidí estudiar la antropología de la salud, estábamos en pandemia, los terrenos se hicieron imposibles y yo con mi madre enferma.

– ¿Qué autores consultaste o te guiaron en este trabajo? –
-A nivel teórico me enfrenté a la enfermedad a través de textos escritos por pacientes como Susan Sontag, sobre antropología de la salud en América Latina leí a Eduardo Menéndez, uno de los investigadores más influyentes, sobre vulnerabilidades leí a la teóloga Carolina Montero que habla de narrar para convivir mejor con el trauma, a la académica argentina que ha abordado la diversidad de casos sobre soldados, ex combatientes y familiares de caídos argentinos de la Guerra de las Malvinas y sobre familiares de Detenidos Desaparecidos de la dictadura militar, Laura Panizo que era nuestra profesora de Seminario. Y terminé leyendo el campo de la narrativa médica con Rita Charon que es fundadora y directora ejecutiva del Programa de Medicina Narrativa de la Universidad de Columbia. De esto he aprendido también de Carla Benaglio, académica de la Facultad de Medicina que ha escrito sobre caring, cuidado y profesionalismo.

– ¿Qué le ocurre a un médico cuando escribe desde las emociones? –
El acto de narrar los hace conscientes. Cuando se trata de escribir sobre la muerte y los duelos nos damos cuenta que lo hemos hablado muy poco, la inhibición de las muertes desatendidas si no se repara genera un daño tremendo. Los profesionales de la salud, están formados para salvar vidas y cuidar, pero las habilidades blandas, la integración del campo emocional, la regulación de las emociones debiera valorarse más en la malla curricular de las carreras de la salud. Sobre todo, cuando la vulnerabilidad no es más que hacernos humanos, como dice Montero, y brindar espacio a la reparación del trauma algo tan necesario en estos tiempos.
Mi comunidad de estudio fueron los profesionales de la salud, no las familias ni las víctimas, y ellos tuvieron que crear una serie de rituales para enfrentar la muerte porque la morgue de este hospital tiene capacidad para cuatro cuerpos y se les morían 60 personas al día, y la pregunta era dónde instalaban estos otros cuerpos. El Hospital Padre Hurtado es el único en América Latina que está blindado porque durante el estallido balas de la población del frente entraron a los pisos de maternidad. El personal pidió ser protegido, estaba cansado y desmotivado, hospitales públicos como este, tienen una mística especial dada por la alianza con universidades y eso ayudó.

– ¿Qué relatos llegaron a Las Voces del Covid? –
– Entre junio y octubre del 2020 se recibieron 56 colaboraciones (31 narrativas, 24 fotografías y 1 dibujo). Para esta investigación trabajé sobre una selección de 14 relatos y entrevistas a quienes quisieron ser entrevistados y podían aportar en aspectos relevantes para la tesis, se hicieron algunos grupos de relecturas de esas narraciones y se resignificaron los escritos y el ejercicio de memoria. Los médicos muchas veces son muy pocos empáticos consigo mismos porque son formados en un tema muy científico y las emociones no tienen cabida en un sistema que además tiene la tiranía del mercado y exige atenciones cortas y rápidas. En los escritos se reflejan muchas cosas vividas, contaron lo que sucedió al principio cuando nos confinaron y la naturaleza se tomó las calles. Un relato cuenta el encuentro de un doctor con un gorrión en una calle vacía, conversa con él y reconoce su humildad: “tú estás aquí y la naturaleza tiene el lugar que debe tener”, escribió. Los cambios personales que puso como prioridad estar juntos y no contagiarse dio vuelta los principios y muchos se dieron cuenta de cuál era el verdadero sentido de la vida. También pasó que las jerarquías de un medio tan estructurado y ordenado como es la comunidad médica se rompieron y obligó a todos a trabajar en equipo, dando espacio a los tens, enfermeros, kinesiólogos a trabajar de manera colaborativa porque todos eran esenciales.

Según la antropóloga, Alexandra Obach, directora Programa de Estudios Sociales en Salud PROESSA y parte del comité evaluador señaló que los resultados de la investigación son un aporte importante a la antropología de la salud en Chile, y asimismo a la salud pública del país. “Poco se ha publicado hasta la fecha sobre las implicancias del COVID en personal de salud en el país, por lo mismo este ejercicio que realiza Macarena, de generar un documento que es a su vez reflexión, sistematización y memoria en relación a las experiencias y prácticas del personal de salud durante la atención en pandemia, representa un material de gran valor académico”, señaló.

Esta investigación fue dirigida por la doctora en antropología, Javiera Bustamante, experta en temas de Memoria y se presentó en junio de este año, en la Sexta Jornada de Medicina Narrativa y Tercera de Humanismo en salud. Las Voces del Covid, es una plataforma virtual que está alojada en el Centro de Humanidades Médicas de la Facultad de Medicina de la Universidad del Desarrollo que en su editorial señala que escribir relatos en momentos de tanto sufrimiento es complejo. En muchas ocasiones no encontramos palabras que puedan describir lo que ven nuestros ojos. Son múltiples los sentimientos que como profesionales de salud nos invaden. Hoy, los invitamos a compartir aquí los testimonios, los relatos de sus vivencias y también las imágenes que los han marcado en el enfrentamiento de la pandemia por Covid-19. Esta tesis completa también, está disponible en el archivo central de la Biblioteca de la Universidad Alberto Hurtado.

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